David Adusara
Director
València acogió a David tras su nacimiento meses antes de que el mundo cambiase en 2001, aunque él no descubriría esta morrocotuda peripecia hasta años después, como muchos tantos sucesos de su vida. Creció distante de las artes en general, y la narrativa se le insufló como una suerte de pasatiempos intermitente en el que no debía desvivirse mucho por comprender el armazón qué sustentaba cada historia y la hacía emocionante. Años después apreció aquella educación como “desvalida”. Sin embargo, sus periplos internos y silenciosos colmaban una necesidad desconocida e irreconocible hasta el momento de vivir más allá de sus ojos y pensar en otras realidades no necesariamente más fantasiosas.
Como todos sus allegados vaticinaban, desarrolló sus estudios en torno a las ciencias. De poco le sirvieron -eso creyó, errando de nuevo con sentencias absurdas-, pues sus puntuales y poco celebradas incursiones en el arte de contar historias hizo, tras muchos años de martilleo, melló en su frecuentemente equívoca mollera y se convirtió en un febril entusiasta de la cinematografía. Fue casi patológico. De un día a otro comenzó a escribir todo cuanto había reprimido y leyó, contempló y escuchó las vidas que ocultaban incógnitos personajes que aguardaban para ser conocidos. Muchos aún le esperan.
No titubeó en centrar sus esfuerzos en el cine. Un arte de artes. De la maestría del tiempo y la conducción de la emoción. Osciló entre muchas disciplinas y cargos. Quería experimentar, ser un alquimista de la narrativa. Pero después de tanta serotonina la fiebre bajó y lo comprendió. Las historias nos explican. No a las personas exclusivamente, también a la naturaleza o aquello que no podemos comprender con palabras y tratamos de fabular. Las historias van por dentro. David comprendió que solo es el trinquete del mecanismo de un reloj de precisión, y eso es lo suficiente como para saciarse. Las historias son de las personas y del mundo y, con esta máxima, intenta otear qué llevamos dentro para explicárnoslas desde nuestras contradicciones más ignoradas.
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